Ayer, en la panadería, la dependiente y un cliente hablaban de que "los juguetes los juegan un rato, y después se olvidan de ellos".
Pienso que más allá de los juguetes educativos, y por supuesto de los que están de moda, hay un regalo intangible que es mágico. El tiempo, el presente. Me imaginé a los niños despertando el seis de enero, encontrando una carta de los Reyes Magos. En esa carta podrían encontrar una invitación para ser "Reyes" y "Reinas" (no tiranos) de sus casas todo el "ahora". Los padres, o tíos, o abuelos les cumplirían sus deseos... No materiales. Alguna quisiera que le leyeran un cuento. Otros bailar con el abuelo. Alguna más subirse a un árbol en supervisión de sus padres. Comer spaghetti con salchichas y ayudar a cocinar... En fin, creo que sólo si no hay deseo de poseer lo material los niños podrían valorar las sorpresas. Nos han educado en el mito de que el propio Jesús de Nazaret recibiendo oro, mirra e incienso satisfacía qué? El mito es siempre una representación simbólica, el verdadero regalo quizá fue la presencia de personas que venían de lejano oriente... A dar su tiempo, con materia simbólica. Honrar al niño. Se gasta tiempo buscando regalos "agotados". Se consume tiempo valioso en el tráfico, en la fila para pagar, y en tantas cosas... Cosas. Hacer lo que queráis, obviamente, sólo quiero compartir mi sentir. Veo a la niña que fui y recuerdo momentos hermosos con mi padre, de manera más intensa que algún objeto. Claro, me sorprendió mucho cuando puso mi columpio en el árbol. Y fuimos inmensamente felices cuando me abrazó con confianza para pedalear con mi bicicleta. En realidad fue su amor el regalo más valioso.
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