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Conciencia Ética & Beneficio Poético
Social Research & Consultory
jueves, 23 de marzo de 2023
LA INVASIÓN
martes, 29 de junio de 2021
LOS LUNES
Un instante,
entre mi sueño y despertar
siento tus manos
una en mi sexo,
otra en mi pecho,
cuidando los latidos de mi corazón;
tu respiración en mi cuello,
y tu piel palpitante,
llenando de vida,
dormimos juntos,
o son nuestras almas.
Despierto, y el consuelo es un café,
o es el premio
por haber llegado tan lejos,
hasta tu memoria.
Me gustan los lunes,
es el día en que nos deseamos buena semana,
mis sábanas están limpias,
recién cambiadas,
el lunes puedo quedarme en cama,
abrazando mi almohada,
es mi día de descanso,
qué más da,
todos los días te siento,
porqué tu esencia no entiende de días,
y porqué la mía también te extraña.
Me gustan los lunes,
son días de personas lunáticas,
marcan ciclos, sutiles,
rayos plateados
penetrando con tus dulces palmas,
tus dedos que me trastocan,
y me recuerdan a la diosa.
Linda Acosta.
domingo, 6 de junio de 2021
Atardecer.
Con cuarenta y cinco me siento morra;
más prefiero que me veas como una hermana.
de la existencia no sé más que tú,
cada una el sendero que recorra.
Me llega la menopausia,
mi piel y mi cabello lucen los años,
alegrías, dolores, mi propia acracia;
tengo manchas en la piel,
cicatrices visibles,
sofocos, insomnio, momentos sensibles.
Podría ser tu madre,
más prefiero que me veas como una hermana.
Mi fuego no se apaga, se altera con otra etapa,
voy a otro ritmo, mis canas se asoman
mis caderas se ensanchan,
sigo fértil, sembrar, cosechar, creando
como la luna me muevo cambiando;
me observo, mis ciclos son distintos,
sigo aprendiendo de otros laberintos,
los meses se hacen años.
De más joven coleccioné experiencias,
ahora sé que mi saber
se fue construyendo con cada hacer,
abrazos, batallas, caídas, triunfos, ausencias;
las voces de mi niña, de mi adolescente
de la adulta, mi ser, perfume y esencias.
Soy la de espíritu sobreviviente,
la tía o la madre que ama la infancia,
la bruja que embruja con su palabra,
la amante inocente que sigue candente,
la caminante de pasos resistentes,
la soñadora de afectos conscientes,
no me encasillo con mi climaterio,
bendigo está etapa de mi viaje,
la vida sorprende con su misterio,
soy la morra que disfruta el aprendizaje.
En mi cuerpo cae la tarde,
inicio, al agradecer, desde otro lugar
poniendo atención a mi nuevo estar.
Linda Acosta
(Nómada, cosmopolita).
Publicado en 'Poesía de Morras' el 5 de junio de 2021
miércoles, 27 de enero de 2021
DESVELO.
Cuando un sueño se rompe
Viene el insomnio a mi cama
COINCIDIR.
Nada es casualidad.
En cualquier caso
estamos donde debemos estar,
caminando hacia nuestro destino
jueves, 10 de diciembre de 2020
Signo Ingenio: “la Remi”.
“Sólo lo real permanece,
Más allá de la materia
La esencia.”
-Linda Acosta-.
Tendría como nueve años, y la Remington era parte de la decoración de la casa, herencia en vida de mi abuelo a mi padre. Había un programa de Tv que se llamaba “Mi secretaría”, que yo observaba atenta, era 1984. A veces, iba a la oficina de mi Papá, donde escuchaba el ruidito de las máquinas Olivetti de las copistas. Tenía ganas de acariciar esas teclas. Como quién quiere aprender a tocar el piano, para mi la máquina de escribir era la seducción.
Hundí mis dedos de niña, largos y delgados que se atascaron por primera vez entre la “L” de mi nombre y la “K” de llave en inglés (key). Mi papá había puesto una hoja en blanco, y había dado mantenimiento en la máquina. La cinta de tinta rojinegra, como una bandera que esclarecía mi futuro intelectual. Roja y negra. Escribí mi nombre muchas veces, para reafirmar mi confianza. Tuve problemas con la “G”, la tecla estaba desgastada y había que darle bien fuerte para que marcará. RodríGuez, Guayaba, Guanabana, JorGe (mi abuelo), Gobierno, AboGado. Más no cedí y le di, y le di a la tecla. Ahí escribí mi primer poema, que era sobre el árbol de guayaba, el perro pequinés y los arcoíris después de la lluvia que podía observar desde mi columpio. Hice planas por recomendación de mi madre, lo cual me quito el miedo a sumergirme en los botones.
Cuando tuve 11 años, y entre a la secundaria escogí dibujo técnico, es decir, no hice “secretariado”, porqué la escritura para mi había que sentirla, sin prisas, creo nunca me gusto hacer dictados apresurados. Así que cargaba con la regla “T”, para todos lados, y con los estilográficos Staedtler. Me divertía trazar, me divierte hacer los planos de las miles de casas o ecoaldeas imaginadas, hasta con grafito. Más nada me hace tan feliz como teclear. Entonces, nos dejaban hacer escritos, no había computadoras domésticas en aquella época, llegaron más tarde, con 13 años tuvimos una IBM qué parecía descomunal y ahora me parecería un trasto de museo.
Volviendo a “la Remi”, tenía hartas ganas de tener una máquina más ligerita, qué pudiera llevar a la biblioteca pública “José María Pino Suárez”, construida en 1987, en Villahermosa, Tabasco. Y nunca tuve la Olivetti azul o verde. Tuve una infancia afortunada, en cuestiones materiales, así que me toco una máquina electrónica de la marca “Brother” que imprimía las letras gris plata. Yo miraba de lejos la Remington, donde mi padre y sus hermanos aprendieron a escribir; y sentía que la traicionaba. La electrónica era más ligera, no se me quedaba la mano atorada, ni los dedos rojinegros. No había que poner papel calca, o usar corrector. Porqué en la máquina electrónica ya venía integrado el borrador, que no dejaba manchones. La tinta me seguiría chorreando con los estilográficos Stadler al hacer mis planos, no es lo mismo. Dibujar es una extensión maravillosa de la imaginación y los sentidos; requería constancia cada trazo, cadencia. Con las teclas, como con un bolígrafo, una aprende a respirar. A valorar los suspiros, a encontrar los silencios, a pausar, a meter la cabeza y el sentimiento, la nariz, los oídos y los sabores en letras.
Aunque los artilugios de escribir han recorrido largo camino en el desarrollo del lenguaje, fue hasta el siglo XVIII que empezaron a fabricarse los primeros artefactos para los escribas, o legalistas. Y, hasta finales del siglo XIX qué Christopher Sholes desarrolla el teclado QWERTY con Remington and Sons (fabricantes de armas), pasando a desarrollar la Remington Typewriter Company (RTC) para expandir las máquinas de escribir en oficinas y dichosos hogares. Posteriormente, la RTC pasará a fusionarse en 1927 con Rand Kardex convirtiéndose en Remington Rand, quién apostaría por productos de cuidado personal. Sí, me siento afortunada sucesora de ese pedazo de la memoria y la invención.
Me ha sucedido meterme en la historia, mientras escribo, llorar y llorar. Sentir que en cada letra el mar de la tristeza me poseía; y después quedarme atorada en una frase, y limpiarme las lagrimas, ponerme racional, buscar sinónimos y etimologías. Servirme un café, o un vino, o una infusión de hibiscos, o un vaso de agua; salir a caminar y volver, para terminar una frase. Académica, o poética, da igual. Es el universo del teclado, con todas las combinaciones posibles.
Me siento heredera legítima de esa Remington, fabricada en los años veinte del siglo XX. Muchas veces dije en casa “de herencia sólo quiero la máquina de escribir y los tomos de la enciclopedia de historia de México”. No me interesaba nada más. Luego me fui, y por mi vida han pasado decenas y decenas de objetos: máquinas de coser, cámaras fotográficas, máquinas de café, bicicletas, etc. A los objetos les doy las gracias por lo qué han dado a mi vida, pienso en las personas que diseñaron y las manos que ayudaron a la fabricación. No me aferro al objeto, soy más de ir a la esencia. Más, hoy quería contarles lo bello que es el Arte-facto que añoro, y que acaricio a escondidas de mi madre cada que voy a visitarla. No tendría donde llevarla, por mi estilo de vida, la sigo traicionando ahora con un MacPro, más ligero en la mochila. Cierro los ojos, me veo, batallando con la letra “G”, para darle siempre las Gracias a la ReminGton.
Linda Acosta RodríGuez.
sábado, 27 de junio de 2020
Sexualidad: ¿Hacia la satisfacción humana?
He crecido en las décadas de la discusión sobre la diversidad. Un día no sabía ni que era queer tuve qué adentrarme a leer y preguntar. Me he preguntado si siempre he sido demisexual, luego me doy cuenta qué en mi experiencia en este plano lo más complejo es etiquetarme. Sólo soy siendo...
Linda Acosta.