Nada es casualidad.
En cualquier caso
estamos donde debemos estar,
caminando hacia nuestro destino
pacientes, causales y voluntarios,
coincidiendo,
para seguir creciendo. Es está experiencia,
un ocho acostado es infinito, como la energía qué nos conecta.
Ahí juntos, entre un desierto blanco,
aguardando la llegada de la próxima estación.
Como cada año, pacientes,
del frío y del resoplido voraz del viento.
Dos árboles se nutren en lo profundo, se tocan ¿o acarician? las raíces.
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