“El amor no es una emoción, no es un sentimiento siquiera”
-Emilio Carrillo-.
La ley de la Vibración va de la mano con la Ley de Atracción. Nuestro pensamiento tiende a la armonía, a pesar de qué nos encontremos en contextos agrestes o de situaciones complicadas. Somos seres únicos y diferentes cada uno, vibramos todo el tiempo de modo sui generis. Más allá de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y pensamientos tenemos energía, y la imprimimos en cada momento. Cada que tocamos una piedra o que damos la mano a otro todo vibra, se expande nuestro ser. Todo nuestro ser se expresa en vibración. Recordar qué compartimos en el plano material el mismo planeta: Gaia. Así es como estamos . Y así es como podemos vibrar conscientemente mejor, siendo…
Si aceptamos que tenemos días y días, es decir, que estamos vivos y somos conscientes de algo esencial: que respiramos, así, podremos iniciar cada amanecer voluntariamente con el pie derecho, casi a modo de ritual. No se trata sólo de dar pie a nuestro Ser, desde ahí empieza la energía, no obstante, recordar se trata de todos. De la sinfonía colectiva, desde la que es nuestra inmediata responsabilidad. Nuestra gente, nuestros seres queridos, nuestros compañeros, nuestros vecinos, nuestras causas.
En nuestros días "mejores” conectamos en vibración más alta, abrimos nuestros espíritus y damos apertura a las personas que llegan a nuestra vida en amistad. Conectar no es fácil, vamos todos a nuestro rollo, y el Ego es nuestra principal “jaula” para mostrarnos auténticos. Y qué bonito cuando somos lo que somos, con nuestros amigos.
Se atribuye al poeta inglés Francis Quarles la frase de “La amistad es como la música: dos cuerdas del mismo tono vibrarán ambas, aunque sólo toquéis una”. Está idea musical de la amistad nos ayuda a entender las bases de un pentagrama compartido. De las pautas, los valores, los principios de nuestra vibración donde se irá realizando la constelación, la melodía de nuestras relaciones. Es en la amistad donde somos creativos, y a tope.
Compartir viene del latín compartiri y éste de cum (con) y partire (dividir); con ello, quiero decir que la individualidad se da al otro y se intercambia, se entrelaza la energía. No se trata sólo de compartir el pan y la mantequilla, no sólo se trata de reír y llorar, el Ser va más allá del baile y los pisotones… Compartir es participar en ideas, preferencias y acciones de la comunidad que estamos construyendo a distintas escalas de la partitura humana y dimensiones universales. Preguntemonos cada uno, auténticamente ¿qué podemos compartir? ¿qué es la amistad para mí?
En la tradición pagana la fecha de San Valentín tenía su origen al culto de la fertilidad, al preparase para la próxima estación de la primavera, se llamaba lupercalia, en alusión a los lobos. Tótem, animal de poder, de libertad personal, con fuertes lazos con la manada. El santoral se distinguió posteriormente por la iglesia romana con las obras de uno de sus mártires de nombre Valentín, cuyo significado viene del latín valens “el qué vale”, Valentinus “el qué es fuerte”, “vigoroso”. Estos pasajes invitan a ir del Ser al hacer valer nuestras relaciones, hacerlas fértiles, vitales. No sólo de tarjetas y peluches vibra el ánimo, el alma.
En otro momento, he sugerido que el amor es el modo de ser de cada uno (por ello no hay definición absoluta). El amor puede tener un punto de inicio desde como nos tratamos a nosotros mismos y como desde ahí tratamos a los demás. El amor asciende en el plano energético, hacia los otros. Incluidas plantas, animales, minerales y todos los que vibran en nuestro entorno, en nuestra realidad. El pensamiento ecológico es un ejemplo del cuidado hacia la vecindad. Cada acción que obramos mueve la cuerda de nuestra música, y desde ahí elegimos formar “duo”, “banda”, “orquesta”, o “sinfónica”. Contagiamos nuestra vibración, es parte de su Ley. Somos un instrumento al servicio...
Podemos dar amistad y amor a distintas dimensiones. No es lo mismo la amabilidad con la que saludo al chico de la fruta: “Hola Ahmed, buenos días”, o al cura de la iglesia que está frente a mi casa que el trato a los amigos con los que comparto un recorrido, unos valores y unas experiencias incluso hasta telepáticas. Sí, nuestra vibración consciente nos permite elegir el contenido del jazz, el rock o la cumbia, etc. Todo es perfecto, aunque no lo parezca. Aunque prefiera la psicodelia al pop o el reggae.
Estamos en un contexto en el qué todo va muy rápido, las grandes revoluciones de los siglos pasados tuvieron exponentes “musicales" que lograron avanzar en ciertas cosas, con muchas contradicciones: estruendos errores o esplendorosos aciertos.
Algunos vimos caer a martillazos de la gente el muro de Berlín, y sin embargo, vemos como se siguen construyendo muros en nombre de... vibraciones negativas de separación que nacen de las mentes “enjauladas”, de la enemistad. Vemos en planos de dimensión histórica, que algunas leyes se han ido transformando por la acción e ideas de personas que se han unido para cambiar en libre albedrío las condiciones, creando nuevas maneras, re(e)volucionando. La amistad real suele ser incondicional, aunque conlleva principios, acuerdos no siempre explícitos, pactos al compartir. La amistad es un microcosmos de revolución consciente, nos transforma. El diálogo es parte del método, parte de la elevación.
Por ejemplo, sin idealizar, el feminismo ha tenido un impacto en las relaciones de amistad entre mujeres; de alguna manera entre mujeres y hombres. Todavía queda mucho por hacer, desde transitar del feminismo a una esencia más simple, sin dualismos enemistados, desde la bondad de todos los participantes en la convivencia terrestre. Sobre el impacto del feminismo me gusta recordar que, quizá, la generación de mi abuela no tenía la misma oportunidad de socializar con otras mujeres porqué no había espacios como la escuela (y universidad), o el trabajo que no eran para las féminas de su época. Hoy puedo decidir libremente, al menos donde vivo, casarme y tener hijos o no. Y puedo elegir quedarme en casa o tomarme un café con churros en algún sitio con alguna (s) amiga (s). A mi abuela con suerte la mandaban a comprar el pan, era de las pocas veces que salía “deprisa y corriendo” sola de casa a los 16 años. A esa edad ya me había ido a varios conciertos con mis amigas, y habíamos hecho pactos de mantener nuestra amistad “por siempre”. Algunas leerán seguramente este texto. ¿Qué puedo ofrecer a una causa? En solidaridad con las mujeres de otras latitudes puedo ser mi mejor versión, es cuestión de dignidad, y de vibrar. Puedo elegir desde llevar una pulsera tejida por mujeres del pueblo Masai contra la ablación, o un lazo por la paz hasta ir más allá. La solidaridad puede ser una vibración colectiva y social de la amistad.
La amistad es quizá la nota “clave” del amor. No es de extrañar que sea el elemento sagrado incluso entre dos seres que se atraen también en un plano físico, y que en pos de cuidar está “clave” se empleen técnicas o protocolos de amor profundo, únicas en cada vis a vis para honrar el hermoso regalo del compartir.
Está vibración, que nace de nuestros principios y causas si lo sentimos, en nuestro corazón, en todo nuestro ser nos va permitir comprender que la amistad es un espacio de libertad en donde podemos ayudar a subir el nivel conciencia de toda la tribu planetaria. La frecuencia y la sintonía entre amigos es parte del ritmo. Cada relación conlleva una responsabilidad y valores. De nuevo no tengo recetas, ni formulas para nadie. Por algo existe la frase “cada uno su granito de arena”.
Salud y alegría.
¡Feliz San Valentín!
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